viernes, 27 de junio de 2008

Lobo suelto, cordero atado I

En el principio fue la compasión y el principio es la mitad de todo.
A partir de entonces ciertas mentiras dieron vergüenza.

Sucedió así: Una gloria mucosa cayo del cielo y allí donde cayo se alzaron la carne del lobo y la del gemelo enrulado con hechuras de cosa humana. Sobre esta tierra mansa reino, entonces el germen verdadero de la muerte con la dulce sangre en sus fauces.
Desde ese momento el nuevo diablo fue seductor solo para la inocencia y vistió la piel del lobo diciendo: Corderito, soy el miedo que te muerde cuando la muerte baila sobre tus cuadriles perfumados. Cuando olfatea tu carne tibia de fetiche, de ídolo adorado que no beso la cola del primer satán, por que nunca dejo de recordar que el sufrido viejo también fue un ángel.

Corderito… no es bueno mantener al lobo hambriento (terminaras con el corazón en la boca te lo digo yo, ji-ji). Vos, Corderito, multiplicaste la crueldad durante milenios.
No tuviste compasión. No hiciste uso del movimiento del alma que nos hace sensibles al mal que padecen los demás. Querido corderito… a partir de ahora perderás tu inocencia,
pero no temas, la perdida de la inocencia traerá belleza a tus ojos. Recién ahora podrás mirar la naturaleza con melancolía. Este lobo hechicero que soy, subirá al cielo consumido por tus palabras.

Te dejare las sobras, y aunque es verdad que hay un mundo en ellas, ascenderé con la esperanza de que no te pruebes la piel que yo gaste.
Porque… Querido corderito… Aquí es el mas allá!

Siempre tuyo.
Lupus el Lobo

PD: El próximo diluvio te vuelvo a ver.

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