martes, 13 de abril de 2010

noche

La noche estrena un aliento a frescura, luego de un largo día de lluvia. Se oye el llamado de las infinitas gotas golpeando en el vidrio de la ventana, que culminan acá su aventurado viaje desde el cielo. Un cielo que hoy, no para de llover.
Ella piensa y se pregunta, ¿la cantidad de gotas que caen en un segundo, será la misma de lágrimas que se lloran en el mundo en ese momento?
La soledad le hace compañía en esa noche lluviosa, y sentada a su lado le seca la cara. Recoge con un pañuelo y cuenta cada lágrima que rueda por su mejilla. No intercambian ni una sola palabra... el silencio es solamente interrumpido por el agua que cae previamente pasada por un colador.
En su cabeza revolotea una palabra: pasado. Si es pasado, ¿por qué siempre está tan presente? Y por qué en calidad de pasado suele parecer mejor? Como si mágicamente perdiera todo aquello que lo hacía presente y odioso en su momento.
De repente, se asoma la nostalgia por la puerta, pero ella se levanta y le revienta la cara de un portazo.
Ella quiere algo que le anime su presente. Querria ser una gota de lluvia para viajar con el viento y terminar su trayecto dejando vida en donde quiera que sea.
El agua deja de caer sobre el asfalto, y ella sale por la ventana a llenar sus pulmones de aire puro. Y ese presente, ahora, parece perfecto.

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